LOS REFUGIADOS UCRANIANOS DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA CELEBRAN LA NOCHEBUENA ORTODOXA

En algunos hogares de Guadalajara en la noche del seis tendrán doce platos a la hora de cenar. Uno por cada apóstol. Verduras y pescado, nada de carne ni huevos. Tampoco habrá alcohol en las copas pero sí, están de celebración. Apenas quince días después del tradicional 25 de diciembre, el 7 de enero, la Iglesia ortodoxa conmemora la Navidad. El día anterior, por tanto, las familias se reúnen en torno a una mesa para vivir juntos la Nochebuena.
Los refugiados ucranianos de Brihuega degustarán esos doce platos mirando al este. Casi 4.000 kilómetros. Son las primeras Navidades tras el inicio de la guerra en Ucrania y aquí, por supuesto, nadie se olvida de su país. Tampoco de los familiares que viven en primera línea las consecuencias del conflicto.
Valentina vive en la capital, aunque guarda un magnífico recuerdo de Brihuega, donde estuvo cerca de medio año. Es también refugiada de guerra y allí, en la Ucrania asediada, permanecen su hijo, su nuera y sus nietos. Habla con ellos casi a diario.
"Para mí es muy triste" afirma Alla, refugiada en Guadalajara desde el pasado mes de marzo. Pone énfasis en la religión. "Yo soy una persona de fe y en Ucrania iba todos los domingos a misa; aquí he encontrado una iglesia ucraniana, pero no es lo mismo, no es como estar en casa". Ha venido con su marido y con sus hijos, pero ha dejado atrás a padres y hermanos.
Gala lleva más de veinte años en España, dieciséis de ellos en Guadalajara. Sigue hablando con su sobrino y su cuñada, allá en su país. "Están celebrando estas fiestas por los niños. Para que no se enteren de qué es lo que pasa ponen el árbol de Navidad, cenan, hacen algún regalo...lo que pueden", afirma con semblante serio. "Están muy asustados y preocupados. Se está hablando mucho de guerra nuclear. No saben lo que puede pasar. Si esta noche, mañana o cualquier día..."
Aunque a veces parezca dudar, Gala se expresa en un pulcro español. Se la entiende a la perfección ("Yo no quiero salir en la foto") Su voz es clara y firme. "Cuando hablo con ellos, con mis familiares, me dicen que escuchan los ruidos de las bombas, quizá no exactamente donde viven, pero sí a lo lejos. Hay muchos muertos".
Ucrania, España, Guadalajara...dos países, dos culturas, una maldita guerra y gente, personas de carne y hueso de por medio. Les pregunto a las tres si, por mucho esfuerzo que hagamos, aquí en Guadalajara entendemos cómo se vive en un país en conflicto. La respuesta es un rotundo "no". "Tampoco nosotros podíamos imaginarlo antes del 24 de febrero (día de la invasión)" afirma Alla. "Mi cuñada me decía que no iba a haber guerra, nadie creía que podía pasar hoy, en el siglo XXI", remarca Gala.
Pero ocurrió. Y meses después, continúa. Y mientras tanto, mientras sigue la guerra en Ucrania, Guadalajara es ahora su hogar. Dicen que los alcarreños les estamos tratando "de maravilla. La gente es muy buena y comprensiva, ayudan mucho, hay incluso voluntarios jubilados. Tenemos ayuda de gente por todos los lados", afirma Valentina, que agradece sobremanera la colaboración de Accem y Cruz Roja.
Tienen ayuda y esperanza, una muy simple y a la vez compleja. Un deseo con el que comienzan el año nuevo. ¿Lo han adivinado?. Sí, efectivamente. "Me gustaría abrir un día el móvil y poder leer que la guerra se ha terminado".