LOS JARDINES DE LA REAL FÁBRICA DE PAÑOS DE BRIHUEGA

"El jardín de la fábrica es un jardín romántico, un jardín para morir, en la adolescencia, de amor, de desesperación, de tisis y de nostalgia", así describe Camilo José Cela, el jardín de la Real Fábrica de Paños en Viaje a la Alcarria. Se trata de la vida del jardín como refugio emocional, impregnado de nostalgia y lleno de simbolismo.
Como
la poesía caballeresca medieval, el jardín vuelve a ser el
escenario ideal para los juegos de amor. Además, el ambiente
decadente del Jardín de la Real Fábrica de Paños hace aflorar aquí
su temperamento romántico, que es un espacio lírico donde los
sueños se hacen realidad.
Concebidos
a mediados del siglo XIX, los jardines de la Real Fábrica de Paños
se despliegan en una terraza con vistas a los valles de Brihuega y
Tajuña y complementan el imponente edificio circular de la Real
Fábrica de Paños, singularidad del modelo de arquitectura
industrial y de producción de telas para uniformes militares.
Fue
construido en 1750 dentro de los muros de las ruinas del Monasterio
de Santa Lucía. Tras su esplendor con 100 telares y varios
lavaderos, fue saqueada durante la Guerra de la Independencia y sus
edificios fueron utilizados como cuartel francés.
En
1840 con la desamortización de Mendizábal, pasó a manos privadas y
la fabricación continuó hasta la Guerra Civil de 1936. Forma parte
de la Real Red de Fabricantes, que promueve la aplicación de los
principios de la Ilustración a la industria española. En 1840, el
edificio fue comprado a manos privadas por el empresario briocense
Justo Hernández Pareja, quien desde entonces creó el jardín
romántico que hoy admiramos. Sin embargo, la producción de mantas y
textiles para el ejército continuó hasta 1936, cuando comenzó la
Guerra Civil.
El
espacio es un prototipo de jardín del siglo XIX, con una disposición
a base de setos cuadrados (boj y madreselva) formando pasarelas y
miradores, repleto de elementos sugerentes envueltos en un aura
melancólica; con una antigua pajarera, ahora vacía; trepadores
casi perseverantes o un cenador escondido por una mesa de piedra
rústica.
Las
bóvedas de altos cipreses y las galerías con balaustradas de los
Jardines Reales de los Paños recuerdan a los antiguos jardines
islámicos españoles, donde había espacios recogidos e íntimos,
pero las ventanas siempre estaban abiertas al exterior. Permite un
diálogo entre jardín y paisaje. También es muy característica de
la época la palmera Trachycarpus fortunei, muy resistente a los
rigores del clima continental, donde se deja sentir una fuerte
fortaleza. El invierno es frío y puro; la primavera, colorida.
En
la actualidad los jardines no se pueden visitar debido a las obras
que se están realizando en el edificio de la Real Fábrica, para
convertirlo en un hotel-balneario.