LA PRINCESA ELIMA, LA PRINCESA DE BRIHUEGA

06.02.2023

La historia de la Princesa Elima, queda a mitad de camino entre la historia y la fábula, el hecho anda entre lo sobrenatural y la historia real, metiéndose por medio la ficción, fruto de la imaginación de la Baja Edad Media.

El rey castellano Alfonso VI, al verse privado por su hermano Sancho del reino de León, acudió a Toledo para buscar cobijo al amparo del moro amigo Almamún, quien, le regaló la villa de Brihuega para siempre en testimonio de amistad, así como muchas de las tierras de sus contornos y la quinta de su propiedad que por entonces poseía, bien orientada al sol de la Alcarria, balconada sobre la vega por la que corre el río Tajuña.

El joven monarca jamás pudo olvidar sus horas de la Alcarria, la serena tranquilidad del mirador de Brihuega. El rey trajo una numerosa colonia mozárabe desde Córdoba, la capital del califato, que no dudó en instalar en aquel escogido lugar de la Alcarria.

El rey moro de Toledo recordaba con nostalgia su antigua residencia estival de Brihuega, y eran frecuentes las visitas al rey Alfonso VI. En uno de aquellos períodos veraniegos que las princesas moras, hijas de Almamún, pasaron en Brihuega, debió de ocurrir el hecho extraordina­rio de la aparición de la Virgen de la Peña, venerada Patrona de Brihuega, cuya leyenda, más o menos resumida, pudiera ser así:

La princesa Elima, o Zelima, había nacido, lo mismo que su hermana Casilda, de una esclava cristiana, cuyos principios en la religión se supone que debería de conocer aprendidos de su propia madre.

Cuenta la tradición que en una noche verano, cuando la princesa se encontraba sola, vio en la pequeña oquedad de unas rocas la imagen fulgurante de la Virgen María con su hijo en brazos. Corrió al instante a dar la noticia a sus servidores que -añaden-, bajaron hasta el lugar exacto en donde la princesa había tenido la visión y, después de apartar cuidadosamente los zarzales que cegaban la boca de la cueva, hallaron, efectivamen­te, una imagen sencilla de la Madre de Dios con el Niño sobre los brazos, la cual, bajo la advocación de "Virgen de la Peña", nueve siglos después, el pueblo honra y venera como Reina y Señora de Brihuega, siendo su día grande el 15 de agosto, construyéndose sobre la roca donde se apareció la Virgen, la iglesia de Santa María de la Peña.