LA CAPILLA DE LAS JERÓNIMAS DE BRIHUEGA

Han pasado ya muchos años desde que Brihuega viese cómo se alzaba la iglesia del Convento de las Jerónimas, allá por el siglo XVI. En 2012, este histórico escenario volvió a nacer como espacio de eventos gracias al trabajo de Adam Bresnick y a su gran capacidad a la hora de respetar y mantener, a través de su arquitectura, su identidad.
Construida en 1596, la iglesia hizo las veces de hospital durante una batalla de la Guerra de Sucesión Española, en 1710, siendo saqueada en la Guerra de la Independencia. Su abandono llegó en 1969, fecha en la que su estado ruinoso impidió a las monjas seguir amparándose aquí.
Situado en una localización privilegiada, en el corazón del Jardín de la Alcarria, se trata de un espacio de 300 metros cuadrados, distribuidos en tres zonas diferenciadas, en el que se han integrado a la perfección materiales como el hormigón y el acero con antiguos elementos ya existentes en el edificio, como la piedra.
A ellos se une el mármol crema marfil, que se extiende por el suelo de la nave. De tal modo, cabe destacar que las zonas nuevas están pavimentados en resina o terrazo negro para poder distinguirlas del espacio original.
La nueva capilla de Brihuega ha sido testigo de eventos de diversa índole, desde desfiles de moda hasta bodas, pasando por actividades de relajación y meditación, o incluso la presentación de un automóvil.
En lo que se refiere a la intervención propiamente dicha, el primer paso fue reconstruir la estructura del cimborrio y la cúpula. Es aquí donde encontramos uno de los elementos más llamativos de este proyecto, una lámpara de 6'2 metros de diámetro suspendida a 7'15 metros de altura que corona el salón como si de una aureola se tratase.
Por su parte, la nave con su acceso lateral "se trató como un conjunto de restos arqueológicos, junto con una nueva construcción que flota e incide mínimamente en el espacio principal". Listones de pino se suceden formando un nuevo techo arqueado, mientras que la traza de la bóveda original se vislumbra sobre los muros de mampostería por el yeso y las molduras que perduraron.
Con
respecto a la tercera zona, constituida por cuatro plantas en lo que
fuese en su día el antiguo coro, cuenta con escalera, baños,
cocina, vestuarios y almacén. El volumen está insertado entre los
muros de piedra vista y, con el objetivo de acentuar la separación
conceptual del contenedor original, se ha colocado un lucernario
sobre la escalera.