EL LEGADO ANDALUSÍ DE BRIHUEGA

15.03.2023

El legado andalusí de Brihuega es grande, aunque las guerras posteriores a la época andalusí destruyeron gran parte de este patrimonio histórico.

Con la llegada del islam, Brihuega se constituyó como un enclave militar. Esta función castrense, que posiblemente tuviera su origen en el periodo del emirato, vendría definida por el emplazamiento del pueblo en la «Marca Media» la frontera, o 'marca media', era una de las demarcaciones territoriales en que estaba dividido al-Ándalus, la antigua península ibérica islámica, durante el emirato y el califato de Córdoba, que se constituía como un emplazamiento de frontera.

No en vano, "los textos conocidos sobre la villa subrayan su relevancia durante la época musulmana". Un postulado compartido por el cronista de Guadalajara, Antonio Herrera Casado, al indicar que está "inequívocamente probada" la existencia de un "castillete o torreón defensivo" de origen arábigo en la localidad.

El protagonismo de Brihuega en la Edad Media viene determinado por su papel en el señorío territorial del arzobispo de Toledo. Pero el proceso arquitectónico y urbano del pueblo se estableció sobre la base de conceptos y transformaciones gestadas a lo largo del mandato de Al–Mamún, monarca de la taifa toledana.

La herencia islámica de Brihuega se puede observar, más detalladamente, en la fortaleza existente en el municipio. El origen del complejo presenta rasgos previos a la llegada de los castellanos. "El castillo original musulmán se emplazó sobre un lugar de indiscutible valor estratégico, una peña que domina todo el valle del Tajuña", explican los historiadores. Por tanto, se concibió como un lugar de vigilancia.

Todas las características patrimoniales del lugar entroncan con la arquitectura hispanomusulmana. "El trazado de un recinto reforzado por torres macizas de escasa proyección es característico de las construcciones militares emirales y califales. Las propias dimensiones de los torreones remiten a las de Huesca, Madrid, Mérida, Talavera o Madinat Al–Zahra, cuyo ancho se sitúa alrededor de los cuatro metros y medio", confirman los especialistas. "La disposición de estas atalayas, situadas en los ángulos, evoca a las edificaciones militares del islam peninsular hasta el fin del Califato, que eran regulares y poseían torres en las esquinas y el centro de los lados".

Fue durante la época islámica cuando la población comenzó a tomar forma. Y lo hizo en torno a su fortaleza, que inicialmente, tenía usos militares. Unas funciones que, con el paso de los años, se fueron ampliando, gracias al enfoque residencial que adoptaron las instalaciones.