EL CEMENTERIO VIEJO DE BRIHUEGA

08.03.2023

El cementerio de Brihuega se encuentra dentro de su castillo, es el edificio más antiguo de la villa, data del Califato, construido entre los siglos IX y XI. Hasta 1085 fue residencia de verano de los reyes taifas de Toledo, especialmente de Al-Mamún, que la donó a su huésped y refugiado don Alfonso, más tarde rey de Castilla, el monarca donó Brihuega y su castillo al Arzobispo de la Sede Primada, que fue su propietario hasta el siglo XVIII.

El cementerio es un reflejo de la historia del pueblo. En muchos casos contienen monumentos funerarios de gran riqueza artística. El cementerio de Brihuega tiene doble valor por estar encerrado dentro de un castillo medieval y por albergar enterramientos muy antiguos.

Bajo el mando de los arzobispos, los obispos ampliaron el castillo porque, enamorados de la rica vegetación, la caza, el buen clima y la tranquilidad de Brihuega, decidieron ampliarlo en el ala norte como lugar de descanso. La parte inferior son las antiguas caballerizas, interesante conjunto con bóveda de cañón largo en sillería.

Utilizada hoy como capilla de la Veracruz, alberga imágenes de las procesiones de Semana Santa. Justo encima se encuentra la Planta Noble, con sus ventanas en arco y su capitel de profundo estilo visigodo, la sala principal de audiencias, donde el Arzobispo recibe a cualquier persona importante que viene a visitar Brihuega, rodeada de un basamento entero de pintura geométrica mudéjar, uno de los pocos que quedan en España.

Desgraciadamente, con la invasión de Napoleón en 1808, los franceses asolaron el cementerio, y lo primero que hicieron fue incendiar el Palacio Arzobispal , por lo que se perdió toda la decoración interior, en 1835, con la Desamortización de Mendizábal, los bienes de la iglesia fueron entregados al estado, el castillo comenzó a ser utilizado como cementerio y su configuración interna se perdió para siempre.

El cementerio actual fue inaugurado, en 1834 debido a la epidemia de cólera asiática que se produjo en agosto de ese año. Tras la desamortización de Mendizábal en 1835, se entregó oficialmente al municipio y se inauguró oficialmente en 1838.

El cementerio fue ampliado en abril de 1881 en la huerta denominada del Arriero (hoy conocido como el cementerio de abajo) y bendecido por el abad Pedro Trijueque, párroco de San Miguel. El cementerio se dividirá en dos partes: la parte alta o antigua, donde serán enterradas las familias más poderosas en un gran panteón o iglesia, y la parte baja, donde las más desfavorecidas, verán más tardía su conversión en lápidas o panteones.

En el cementerio viejo hay tres capillas funerarias heredadas de tres espacios de origen medieval. Algunas de las figuras más destacadas de los siglos XIX y XX de Brihuega, están enterradas en su interior. Actualmente se están llevando ya unos pocos funerales, al estar  el nuevo cementerio en funcionamiento.